viernes, 13 de junio de 2008

Sin embargo, se mueve


No te acerques demasiado a mi
hace un tiempo que estoy
respirando un aire viciado
que me sigue hacia donde voy,
No te acerques más,
la muerte ya no es
algo para confiar
instalándose en los días...
de rutina y soledad.
Ves sobre el horizonte naufragar,
las ruinas de la vida.
Como un montón de estrellas
dormirás, un sueño eterno.
Cada luz que ves, oscurecerá.
Los miedos dormirán a cada
resplandor, que intente salir,
de este cuento sin fin.*


Como un reloj con el segundero continuo. El tic-tac nos da la oportunidad de tomar una nueva bocanada de aire para poder afrontar el siguiente segundo, y el siguiente.
Sin embargo, se mueve.

Helios.


* Eppurse muove, "No te acerques..."

6 comentarios:

Lu dijo...

Ay Lalin.. sigue sigue y sigue siguiendo... es tan así como... así...
y el aire viciado o asfixia total
y luz enceguecedora u oscuridad absoluta
y soñar y dormir
sueños de descarga eléctrica, de vaciamiento emocional
y no..
y sigue...

Helios dijo...

¿Si, no? Sigue lule, siempre, y no, y sí, si sí.
Helios.

Gaby_esencializada dijo...

= a pesar del vértigo y eso menos mal que se mueve, siempre se mueve
sino hay situaciones de las que no saldría más
aunque ahora me cuesta bastante debo admitir
soy tan limitada, tan

no importa que no se entienda lo que escribí. son esos días en que ni yo me entiendo. y sí que lo intento.

y a los posteadores y comentadores de esta entrada se los quiere demasiado! (y a los lectores que no escriben y forman parte de la banda también). bueno, y a pablo palacio también. y al ahorcado alucinatorio.y hasta ahí llega mi amor que deliberadamente excluye a un tal señor que disfruta provocando angustias en almas sensibles que ingenuamente creyeron que podrían encontrar en el soporífero horario (NOTA: ninguno entiende por qué se anotó a esa hora ni recuerda haberlo hecho, lo que es sospechoso, muy sospechoso) aires vanguardistas que hicieran disfrutable una materia que tenía todas las de ganar. dicen que dicho sujeto se junta con laurita a tomar el té y planear los sutiles (y no tanto) comentarios agresivos para deslizar en las clases y dicen también que la doctora se empeña cada vez en tratar de transmitirle su tono cínico que hace que al menos resulte graciosa a pesar de todo pero que no hay caso, ese tipo no aprende, aunque se dice que juega bien al bridge (lo que explicaría que la doctora lo siga invitando)

Anónimo dijo...

Reseña del artículo de Sylvia Saítta:
“6 de setiembre de 1930 o el Mito de la Revolución”


Por Ronen Man

Sin intentar esquematizar englobando con títulos generalizantes cada uno de los apartados, intentaré rastrear los itinerarios que a nivel metodológico respaldan la presente obra. Desde ya, creo que lo más fructífero de este trabajo es la buena articulación que se hace entre las hipótesis de trabajo con el excelente estudio de las fuentes primarias, atravesado todo esto por una estimulante estrategia de construcción del texto. Por esto se intentará rehacer el camino que guió a la autora a través de un recorrido transversal entre estas tres cuestiones que nos sirven de ejes.
En el aspecto de lo que sería el recorte o la problemática que el texto atraviesa, esta es claramente la coyuntura corta del primer gobierno militar con el general José F. Uriburu en la presidencia provisional, es decir desde el golpe del 6 de septiembre de 1930 hasta la instauración eleccionaria de Agustín P. Justo como presidente hacia 1932.
Lo original del planteo será el hecho de acercarse a esta problemática a través de unos documentos que no son los clásicos y convencionales, sino unos renovados como lo son los escritos de la prensa periódica de los medios masivos de comunicación -que empiezan a cobrar justamente para la época el calificativo de masivos-, de las obras literarias más paradigmáticas de los años treinta en la Argentina, como pueden ser los escritos de Gálvez, Arlt, Martínez Estrada y Lugones e incluso desde el análisis de un tango en particular como “¡Viva la Patria!” interpretado nada menos que por Carlos Gardel.
Esta perspectiva se justifica desde un registro de análisis reconstruido desde una Historia de las Ideas o desde el imaginario político mismo de los actores sociales y que desde lo metodológico nos trae una forma de articulación diferente si la pensamos en contraposición a la historia tradicional que se ocupaba de este período obturándola bajo el calificativo negativo de “Década Infame”. Así, lo que se impone es una apertura, que en sintonía con la revalorización que tiene este período en los últimos tiempos en nuestra historiografía, nos invita a acercarnos con fuentes de análisis y perspectivas diferentes.
En atención al objetivo que nos propusimos, comenzaremos por recorrer junto a Sylvia Saítta la estrategia de construcción del texto para ir marcando las cuestiones centrales que hacen a lo metodológico a medida que aparezcan. Según la autora “quienes narraron una primera historia del golpe de Estado fueron los medios de comunicación masiva” (Saítta: 179-180), pero va más allá de utilizar a la prensa como fuente documental ya que les da un lugar mucho más preciso como actores mismos en el acontecimiento histórico que relatan.
Surge de aquí la primera hipótesis de trabajo, según la cual “los periódicos articularon (...) una primera representación global y unificadora del golpe de Estado”, “Esta representación, global y unificadora, encontró en la palabra ‘revolución’ su anclaje más firme”, así, “la prensa supo activar uno de los mitos políticos modernos más poderosos, otorgándole al golpe de Estado una tradición política heroica (...) fundante de una nueva legitimidad” (Saítta: 180).
Ésta es, creo yo, la hipótesis fundamental del texto ya que, basándose en ella, se articula todo el trabajo posterior y el uso de las fuentes. En cuanto a las hipótesis en general hay que decir que éstas no son explicitadas en ningún momento por la autora, lo cual vuelve su análisis y “descubrimiento” un tanto más dificultoso que en trabajos con hipótesis explícitas contundentes, pero no quiere decir esto que el artículo no las tenga ni mucho menos.
Luego de esta breve introducción, llegamos al primer apartado del texto que se titula Buenos Aires era una fiesta. En él se procede a una descripción detallada del acontecimiento central que es el golpe del 6 de septiembre y lo que éste desencadena, con una minuciosidad por momentos de reloj. Como dijimos arriba, aquí se apela a las notas editoriales de los periódicos de los días 6 y 7 como fuentes por excelencia. Los periódicos son: La Nación, La Razón, El Mundo, La Prensa, Crítica, La Protesta, La Vanguardia y la revista Claridad.
El texto va marcando claramente como el mito de la revolución es reelaborado y transmitido por la prensa, cuyos elementos constitutivos son: el protagonismo del pueblo en la jornada, la presencia de las muchedumbres en las calles, la mancomunión entre civiles y ejército, la ruptura con el pasado, su caracterización como tiranía inconstitucional y el acto purificador que implica la revolución.
Se destacan en particular el papel ejercido por el diario Crítica -incluso, él mismo, se postula como un actor y partícipe fundamental de la jornada- y la diferenciación entre los diarios de izquierda que tiene en la publicación Claridad la única voz que mantiene una postura de cautela frente al golpe.
Aparece luego la segunda hipótesis, según la cual “son los diarios los que garantizan una continuidad democrática que el mismo golpe esta poniendo en juego, a través de una nueva legalidad política”, “Y si en tanto acto revolucionario es el Pueblo el que debería fundar soberanamente la nueva legitimidad política, los diarios elevan al ejército a representante de ese Pueblo ausente, presentando al gobierno de facto como gobierno popular.” (Saítta: 184).
La estrategia del texto nos presenta luego un buen análisis de un tango, que tanto por la proximidad temporal como por el contenido realzan claramente los aspectos revolucionarios del golpe militar, que le sirve de nudo para cambiar de un tipo documental a otro caracterizado por las obras literarias. Ahora el análisis se va a centrar en las obras de Manuel Gálvez y de Roberto Arlt –no sólo con sus obras literarias en formato de libros, sino con sus notas periodísticas en el diario El Mundo- y aunque tangencialmente también mencionará la Radiografía de la Pampa de Ezequiel Martínez Estrada. Menciona algunos pasajes de “Este pueblo necesita...” y de la novela Hombres en soledad de Gálvez y demuestra como están ligadas a la esperanza y decepción que suscitan la revolución y la inoperancia del uriburismo. Y la visión burlona de Arlt desde las páginas del periódico –tanto las coyunturales del 7, 8 y 13 de septiembre, como las posteriores de octubre y abril de 1931- o la obra que, si bien escrita con anterioridad al golpe, es revisada y reeditada luego de ocurrido como es Los siete locos.
A esto le sigue un segundo apartado titulado El fin de una ilusión. Tras ese nombre se esconde toda la trama de descubrimiento y decepción de las esperanzas puestas en la revolución por sus auspiciantes. Se visualizan así la oposición del propio diario Crítica al gobierno o lo ya mencionado acerca del giro de Gálvez, y la separación entre sus críticos en dos momentos, el momento revolucionario y el contrarrevolucionario que de esta forma releen el suceso.
Termina el artículo con otra hipótesis y esta es que “... el gran mito de la revolución (...) señala precisamente que quienes protagonizaron o fueron testigos del golpe de Estado vivieron, en realidad, una experiencia revolucionaria”, “(...) fue ese mito revolucionario el que modelo los comportamientos colectivos y otorgó un sentido heroico al primer golpe de Estado; pero a su vez ocluyó la posibilidad de pensar el futuro político...”.
A final de cuenta podríamos decir que el objetivo que le preocupa a la autora es el de rastrear las claves que dotaron de una nueva forma de legitimidad democrática a un golpe de Estado que si bien se presentaba como emparentado con las revueltas cívico militares características de fines del siglo XIX, terminó siendo el inicio de un derrotero incierto en el cual las Fuerzas Armadas se constituyeron en protagonista y árbitro de la política nacional argentina por largo tiempo durante gran parte del siglo XX. Esas formas de legitimación pasaron en el caso de los ’30 por una importante lucha en torno a la opinión pública y a la formación de un imaginario colectivo que prometía prosperidad ante la grave crisis general. Una prosperidad que basada en la metáfora y en el mito de la revolución, les dio un aire de esperanza que tardó poco en desvanecerse.



Ronen Man.
Escuela de Historia. Universidad Nacional de Rosario
rony444@hotmail.com

Matías dijo...

Nono, a ver Helios. Yo no bardeo sin razon al posmodernismo.

Pero, sucede, que soy terriblemente critico de acepciones posmodernas como "el fin de la historia", "el mercado esta en todos lados" (y hablan del mercado, pero nunca hablan de clases sociales! OMG!), "la historia es ficcion" (??), "la realidad no existe", "importa la forma del mensaje y no el contenido", y miles de lugares comunes trillados. Estos parece que se dedican a hacer mas creibles sus hipotesis y explicaciones contingentes apelando al "complejo vocabulario" posmoderno, que a demostrar el por que per se.

(como me dijo una vez una amiga, soy post-posmoderno. Soy un fucking critico de todo.)

Ojo, hay miles de cosas que valorar en las corrientes posmodernas (en todas las corrientes "posts-" digamos, pero estamos hablando de estas en especial), pero tomarlas acriticamente nos transforma en stalinistas en el s. XXI, stalisnistas de la globalizacion y del discurso. Y eso es algo que (al menos, por ahora) me niego a ser.

Me gusta la entrada de la hambruna intelectual, pero (jaja paradojico) so posmo per meeeeeeeeee! Interesante al fin, creo que encierra algo de verdad. Y refleja claramente que, de acuerdo o no con ellos, errados o no ellos, la condicion posmoderna existe!!!

(¿¿Viva Lyotard??)

En fin, segui pasandole facturas a Fede. Capaz, capaz... algun dia reacciona! Jajaja.

Por otro lado, al fin hay menos basura en el blog de el.


(y sabras a quien me refiero)

Saludos.


Matías.

Helios dijo...

Ciertamente lo sé, pero no pasaré más facuras.
Con el postmodrnismo no puedo hacer nada, seré que nací en los '80. Tal vez hubiera sido más feliz habiendo podido ser estructuralista sin el temor a la guillotina que me acecha en estos días. Ciertamente no soy stalinista, de ningún siglo, me niego a serlo.
Con respecto a la hambruna intelectual, considerame un postmoderno. De todas formas no pienso en relativizar el hambre que nos rodea, que nos carcome (¡qué paradojal todo, el hambre nos carcome!). Seguiré escribiendo, y seguiré leyendo. Seguiré padeciendo el hambre intelectual. Vacíos, vacíos, y más vacíos, pwero puedo ver en lontananza a la literatura haciéndome señas.
Gracias por comentar mato, siempre bienvenido.
Helios.