miércoles, 26 de noviembre de 2008

si volviera de un viaje a mis adentros

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobrecristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano. *


Un viaje, esté o no planeado, siempre implica, aunque sea, una mínima cuota de incertidumbre. Viajes de ida y vuelta, viajes de ida, viajes de vuelta, viajes (simplemente). En algunos casos, incluso se nos viaja, y uno se queda quieto (¿impotente, frágil?).
Y como en todo viaje, no puede eludirse tan fácilmente el desarraigo (por efímero que este sea) o el exoarraigo, como cuando alguien nos ahorra el viaje y toma nuestro lugar. Pero, imponente virtud del ser humano, uno logra adaptarse, más sea por la fuerza, ¡imposible de ser abolida tal responsabilidad! Después se verá si se opta por instalarse, o por retomar el viaje.
Entonces, ¿volveré(mos)?
Helios.
*Omitido el título, ver Juan Gelman, "El juego en que andamos", en Gotán, Buenos Aires, Seix Barral, 1996.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustò. Mucho.

Helios dijo...

¿Quién sos "anónimo"?

Anónimo dijo...

La teoría de la evolución de Darwin se basa en la supervivencia del más fuerte, pero no se refería a fortaleza física, si no a capacidad de adaptarse a cambios... yo creo que tambien tiene que ver a ese tipo de cambios, a viajes a los adentros, y seguir adelante, al desarraigo, y seguir adelante, seguir adelante seguir adelante seguir adelante seguir...